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Concepto de interés general: Evolución histórica en la ciencia política occidental (página 2)



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En esta misma época el liberalismo aristocrático no se quedaría atrás en postulados referentes a la concepción de los gobiernos, cuyo importantísimo exponente sería Montesquieu[32]Pero su razonamiento no apunta al utilitarismo de algunos importantes filósofos contemporáneos que abordaremos más adelante y que harán suya la etapa final del siglo XVIII. El objetivo del pensamiento político de este autor, expresado magistralmente en su obra el "Espíritu de las leyes", es elaborar una física de las sociedades humanas. Su modelo, tanto en contenido como metodología, está más en la línea de lo experimental que lo especulativo. Adopta el análisis histórico, basado en la comparación; arranca de los hechos, observando sus variaciones para extraer de ellas leyes. La citada obra, establece una nueva teoría en cuanto al entendimiento de la forma en que deben proceder los gobiernos. Las reglas que determinan el comportamiento de los hombres no son permanentes, pues surgen y se modifican en función de los contextos históricos y culturales, los tipos de gobierno y las particularidades de casa sociedad. Su ideología política advierte la existencia de tres tipos posibles de gobierno, cada uno con sus propias normas y pautas de actuación:

  • El gobierno republicano: caracterizado por un pueblo que ostenta el poder, bien colectivamente o tan solo un sector del mismo. Es precisamente por ello por lo que existen dos formas de concebir la república: democrática y aristocrática. En la primera, es el pueblo en sentido colectivo el que ejercita el poder soberano, fundándose en el principio de que cada ciudadano posee la facultad de hacer prevalecer el INTERÉS GENERAL por encima de los particulares. En la segunda forma de república, el poder soberano tan solo sería ejercitado por un grupo determinado de individuos y no la colectividad.

  • El gobierno monárquico: es el monarca el que ostenta y ejercita el poder en solitario según las leyes fundamentales que se ejercen mediante poderes intermedios y bajo el estricto principio del honor. No es probablemente la forma de gobierno que más favorezca la búsqueda del INTERÉS GENERAL.

  • El gobierno despótico: cualquier ley o regla queda exenta del deber de cumplimiento bajo la caprichosa voluntad de un solo individuo, cuyo principio fundamental es el temor de los súbditos hace este. No se encuentra en este autor ninguna distinción entra las diferentes formas de despotismo, ni referencia alguna al despotismo ilustrado. Sin embargo, Montesquieu apunta, por encima del despotismo, hacia la monarquía absoluta. El autor defiende que la democracia y la aristocracia no son estados libres de por sí. La libertad política no se halla más que en los gobiernos moderados cuando no se abusa de su poder; pero es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder se ve inclinado a abusar de él; y así lo hace hasta que encuentra algún límite. Hasta la virtud necesita límites. Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder.

Lo cierto es que las ideas sociales de Montesquieu no aportan la originalidad de las anteriores, pero sí apuntan a la existencia como fin último de un bienestar social o INTERÉS GENERAL de la población, concibiendo tímidamente esta situación como aquella en la que se ofrece un respeto mínimo hacia los derechos humanos. Concibe la libertad en términos de seguridad y desprecia la igualdad en términos absolutos, no solo porque sea un concepto imposible de conseguir en un sentido real, sino porque no es un valor que respete de forma necesaria: considera responsable negar la participación popular a aquellas clases bajas que no aportarían beneficio alguno a la sociedad[33]En cambio, opina que el Estado debe proveer a todos los ciudadanos unos niveles mínimos de subsistencia y prestar una especial atención a aquellas clases desfavorecidas apostando por la creación de instituciones públicas para luchar contra la miseria alcanzando un bienestar general de la población.

La filosofía política de Montesquieu se transmuta en una filosofía moral cuando establece un ideal político que defiende la consecución de la máxima libertad unida a la necesaria autoridad política. Por ello rechaza abiertamente las formas de gobierno despóticas. Pero para garantizarla al máximo, el autor considera que es necesaria la separación de poderes. Muy influenciado concretamente por Locke, desarrolla la concepción liberalista de éste, y además de considerar la necesidad de separar el poder ejecutivo del poder legislativo, piensa que también es preciso separar el poder judicial. Esta separación de los tres poderes ha sido asumida y aplicada por todos los gobiernos democráticos posteriores, constituyendo probablemente la una de las más contundentes aportaciones políticas hasta la fecha, cuya finalidad en último término es el asentamiento indefinido de un gobierno moderado que vele por el INTERÉS GENERAL.

Atendiendo a una exposición evolutiva, las llamadas "teorías utilitaristas" mencionadas fueron originarias de la burguesía, constituyendo una fuerza doctrinal a la que el proletariado no puede hacer frente. La desigualdad social supone un gran problema que no parece encontrar solución a medio plazo habida cuenta de que el proletariado constituye una vasta clase social en una Europa aun esencialmente rural. A raíz de esto, algunos pensadores aislados defensores de propuestas democráticas e igualitarias se rebelarán contra esta nueva y pujante concepción de la sociedad, Estado y economía. Jean – Jacques Rousseau[34]será el pensador más significativo en la lucha contra esta nueva tendencia, cuya obra "El Contrato Social" constituye el centro de su doctrina filosófica, además de ser considerada una de las más influyentes propuestas políticas hasta nuestros días. El contrato de Rousseau no se celebra ni entre los individuos, ni entre la ciudadanía con el Estado, sino que aspira a crear una comunidad o cuerpo social donde se subordinan los intereses particulares a la voluntad general, expresión del "INTERÉS GENERAL", concepto que tampoco no menciona en sus escritos. Este contrato se formaliza con la comunidad. Esa voluntad general constituye la mejor protección contra injerencias de particulares, pues la soberanía del pueblo es la garantía más segura para los derechos individuales, garantizando libertad e igualdad.

La voluntad general es siempre recta y tiende a la utilidad pública, por lo que resulta infalible. En opinión del autor, el individuo solo puede conseguir la paz y la felicidad, entendido modernamente como el reconocimiento de unos derechos inalienables, mediante el estado de soledad o a través del Estado perfecto. Pero por otro lado, Rousseau no se plantea una igualdad real en la sociedad, pero es mantiene una actitud de rechazo a la sociedad tal y como es, aunque no desea transformarla de forma rápida. No en vano, tiene interés en corregir las injusticias y las diferencias económicas y sociales que separan a los individuos para proporcionar consistencia y unidad al Estado, prestando atención al concepto de "movilidad social" y a las situaciones sociales más desagradables y atentatorias contra los derechos humanos como la indigencia.

En los sistemas políticos propios de las sociedades pre-modernas, el concepto de obligación política constituía un mero dato superior a la voluntad humana, algo que de alguna manera pertenecía al propio orden del mundo, y que al hombre tan solo le era dado aceptar. Pero fue concretamente a partir del siglo XVIII, tanto el orden político y social tienden a desvincularse de forma indefinida de su legitimación religiosa para empezar a ser considerados una actividad consciente de los hombres, que podrá ser configurado en función de sus deseos o intereses[35]No obstante, la forma en que esto se ha interpretado ha variado según las diferentes escuelas o tendencias que abordan directamente la temática de la obligación política.

Durante los siglos XVII y XVIII se apreció directamente el enfrentamiento teórico y práctico que desde siempre habían legitimado el derecho divino y la génesis más profunda del Estado absolutista. Los modernos tratadistas políticos comenzaron por primera vez a prescindir de motivos no terrenales para concebir las razones de la existencia permanente de una autoridad. Desde el comienzo de los tiempos, la autoridad del monarca se asentaba profundamente en el marco de la ontología teleológica, donde el rey o emperador había recibido completa autoridad sobre las vidas y propiedades de los súbditos mediante concesión celestial, irrevocable terrenalmente. La voluntad de ésta constituía la Ley. Evidentemente, esta concepción, incuestionable hasta entonces, no era admisible por la nueva ciencia política. La única forma cabal para explicar que los hombres pudieran estar socialmente unidos no podía ser otra que el acuerdo entre sus respectivas voluntades, es decir, el "contrato social"·. En realidad, la forma en que se explicaba este contrato y su necesidad revistieron formas muy diversas y aun contradictorias, en opinión de Norberto Bobbio[36]pero en el sui generis de todas ellas nacía el fundamento antropológico de toda obligación política. Hemos de admitir que el elemento legitimador de esta corriente, el "contractualismo", sigue persistiendo en la actualidad. La idea contractualista original se fundamentaba en un hipotético pacto que los hombres suscriben con una autoridad para lograr salir del peligro estado primario, el de naturaleza. El individuo acataría las normas de la sociedad política a cambio de obtener protección personal y la de sus propiedades. La libertad cede en beneficio de la seguridad, lo que por otro lado perpetúa el sistema, eliminando la posibilidad de los ciudadanos pudieran rebelarse ante sus dirigentes en caso de incumplimiento.

En definitiva, el "contractualismo" original fue sucedido de manera natural por el "utilitarismo", más relacionado con nuestro campo de estudio, aunque realmente ambas corrientes doctrinales tienen por el objeto la búsqueda del INTERÉS GENERAL a través de una relación contractual consensuada y equidistante entre las partes. La idea fundamental radica en que los individuos contraen obligaciones políticas porque estas son más afines a la consecución de sus intereses. La vida en sociedad del hombre radica en la obtención de beneficio. "La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el dominio de dos amos soberanos, el dolor y el placer. A ellos les toca señalar lo que debemos hacer, así como determinar lo que haremos. Por una parte, la norma del bien y del mal; por otra, la cadena de causas y efectos que están ligados a su trono"[37]. Socialmente, el llamado "principio de la felicidad", postulado teórico que orienta las actitudes de los hombres, adquiere su máxima justificación en el utilitarismo. En cualquier caso, este postulado no es sencillo de llevar a la práctica, pues aun está por determinar que el concepto de felicidad sea susceptible de cuantificación para el conjunto de una sociedad. La búsqueda de la felicidad colectiva es claramente equivalente a perseguir el INTERÉS GENERAL para la comunidad. Sin embargo, uno de los posibles aspectos negativos de las teorías utilitaristas es el hecho de la obtención de la máxima felicidad para el individuo y la sociedad en su conjunto podría de alguna forma legitimar sistemas políticos extremistas que alejándose del interés colectivo.

El final del siglo XVIII traerá consigo transformaciones de tal envergadura que las podemos calificar como cimientos necesarios para la actual configuración de la sociedad contemporánea. En este se redactaron las primeras declaraciones de derechos humanos. Todas ellas establecían derechos después de que los hombres hubiesen tomado conciencia del poco respeto con que habían sido tratados; todas ellas partían de situaciones de explotación del hombre por parte del hombre; todas ellas proclamaban derechos con el objetivo que fuera respetada la libertad, la dignidad del hombre, defendiendo la igualdad de todos ante la ley. Gran parte de nuestra simbología política data de esta época. Aunque está muy divulgada la idea de que las revoluciones no son un camino idóneo para crear un gobierno, lo cierto es que podría señalarse que las revoluciones y la violencia han desempeñado un importante papel en el avance de la sociedad. Esta última consideración hizo decir a Karl Marx que las revoluciones pueden ser consideradas las parteras de la historia.

El alcance de la Revolución americana, de 4 de julio de 1776, su Constitución, de 1787 y la posterior Revolución francesa de 1789 transformarán de forma esencial las instituciones europeas y en general las occidentales. La Revolución americana no fue un acontecimiento corriente. Sus efectos y consecuencias ya han resultado determinantes para una gran parte del desarrollo político de las naciones durante los dos siglos posteriores. La Declaración de Independencia Norteamericana proclamada en la Declaración de Derechos de Virginia[38](1776) establece las bases de una declaración de intenciones encauzada a dignificar, respetar y defender los derechos de la persona e introduce la idea del derecho a la felicidad. El texto establece que el gobierno es, o debiera ser, instituido para el bien común, la protección y seguridad del pueblo, nación o comunidad; de todos los modos y formas de gobierno, el mejor es el capaz de producir el máximo grado de felicidad y seguridad, y es el más eficazmente protegido contra el peligro de la mala administración; y que cuando cualquier gobierno sea considerado inadecuado, o contrario a estos propósitos, una mayoría de la comunidad tiene el derecho indudable, inalienable e irrevocable de reformarlo, alterarlo o abolirlo, de la manera que más satisfaga el bien común. Probablemente esta declaración constituye el primer postulado en que se reconoce la existencia de un reducido reducto de derechos vinculados naturalmente al hombre cuya defensa y reconocimiento corresponden necesariamente al Estado. De esta forma, el INTERÉS GENERAL y las formas de obtenerlo o preservarlo se relaciona directamente con esta primigenia concepción de los derechos humanos.

En cualquier caso, la Declaración de los Derechos del Hombre y Ciudadano[39]de 1789 pretende ser más ambiciosa que la Declaración de Derechos de Virginia inaugurando un espíritu de universalidad, estando dirigida a todos los hombres por el mero hecho de serlo, lo que sin duda constituye el mayor triunfo hasta la época del derecho natural. En ella se instauran derechos que han de considerarse imprescriptibles: libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión. Para muchos teóricos, supone la primera declaración de derechos humanos, que inspiraría a partir del siglo XIX numerosos textos en países de Europa y América Latina. La tradición revolucionaria francesa está también presente en la Convención Europea de Derechos Humanos firmada en Roma el 4 de noviembre de 1950.

Toda organización, partido político o gobierno que tenga por objetivo mejorar nuestra sociedad, deberá guiarse también por los principios de justicia e igualdad, que forman parte del ideario de cualquier organismo democrático, al menos desde la Revolución francesa. Concretamente, esta Revolución arrastraba consigo un conglomerado importante de poderosas ideologías, ante las cuales era imposible un enfrentamiento directo por parte del sistema preestablecido, propiciando permanentes cambios y enormes repercusiones en la historia del pensamiento político. La medida en que las doctrinas del siglo XVIII influyeron o fueron determinantes en el desencadenamiento de la revolución es aún difícil de constatar. Hay que tener en cuenta que la lectura estaba tan solo reservada a las clases más ricas, por no decir que la burguesía se mantenía reacia al consumo de obras recientes. Algunos estudios afirman que probablemente Montesquieu fuera el pensador más influyente en las causas que propiciaron la Revolución, si bien es cierto que la relación con la burguesía no era saludable, como tampoco esta conocía ampliamente su obra.

Las causas del estallido de la revolución eran tan conocidas como inevitables, pero en cualquier caso un hecho claro es que comparte una causa común con la americana, como fue el auge de la burguesía. El conjunto social se hallaba dividido en tres órdenes o estamentos, cada uno de los cuales poseía ciertos deberes, al que disfrutaba de determinados derechos. El primero de estos estamentos era el eclesiástico, cuya finalidad era la de instruir al conjunto de la sociedad, no solamente en cuestiones de fe, sino que también ejercían una labor semejante en la transmisión de la cultura desde los centros de primeras letras hasta las Universidades y otros centros de enseñanza superior. Desde la Edad Media, en la cual la Iglesia fue el único estamento docente hasta el Renacimiento. A cambio, la Iglesia era sostenida por la propia sociedad, no abonando impuestos. La nobleza constituía el segundo orden del Estado durante el llamado Antiguo Régimen. Considerada el brazo armado de la sociedad, tenía la obligación de servir al monarca y colaborar en el mantenimiento de la defensa del reino. Como compensación, la nobleza recibía por parte de la sociedad parte de sus frutos y de su trabajo así como exenciones y privilegios .El tercer estamento era el más heterogéneo e integraba al resto de la sociedad: campesinos, artesanos, comerciantes y todos aquellos que desempeñaban alguna actividad laboral. Pues bien, el estado llano, como se le denominaba en Francia, durante el Antiguo Régimen tenía el derecho a ser defendido por la nobleza y a ser instruido por el clero, pero a cambio tenía que sostener a ambos.

Esta organización de la sociedad respondía a unas necesidades que había que atender en un determinado momento histórico que se remonta a la época medieval, y que distaban considerablemente de la búsqueda del bienestar general que proponía la Revolución. La sociedad por estamentos jamás persiguió el INTERÉS GENERAL de la sociedad, sino el mantenimiento o perpetuación de un engranaje que favorecía a un pequeño colectivo social a coste de la explotación del resto.

La Revolución Francesa rompe con todo este sistema, cuyo origen databa inalterado desde la Edad Media, y proclama la soberanía de la nación y los derechos del hombre. La nación es soberana, existe desde siempre y supone el origen de todo, por lo que el rey es tan solo parte de de la nación; la voluntad nacional es el resultado de la suma de las voluntades individuales de los miembros de la nación; cualquier orden privilegiado adolece de un elevado grado de inutilidad, por lo que desarrolla postulados netamente utilitaristas; el cuerpo social que constituye la nación convive bajo una ley común igual para todos. La magnitud de este acontecimiento provocó una profunda reflexión sobre su origen y sentido por parte de juristas y filósofos más allá de las fronteras galas, particularmente en aquellas naciones afectadas por las contiendas de la Revolución, del Consulado y del Imperio. La influencia de la Revolución francesa fue enorme. El gobierno, la economía y las relaciones sociales fueron modificadas por ella, no sólo en Francia sino en gran parte de Europa. Sus ideas y sus hechos repercutieron en el resto del mundo. De hecho, el gran punto de inflexión en la historia del nacionalismo europeo fue la Revolución francesa. Los sentimientos nacionales europeos se habían encarnado hasta ese momento en la figura de su rey. Como resultado de la Revolución, la lealtad al monarca fue sustituida por la lealtad hacia la patria. Francia alcanzó un gobierno representativo cuando la Asamblea Nacional sustituyó en 1789 a los Estados Generales, que consistían en esos cuerpos autónomos que representaban al clero, la aristocracia y la ciudadanía. Las divisiones regionales, con sus diferentes tradiciones y derechos, fueron abolidas y Francia se convirtió en un territorio estructurado según rígidos esquemas centralistas, unido y uniforme, con instituciones y leyes comunes.

La relación contra la filosofía de los derechos naturales, que comenzó con Rousseau, no superaría la fuerte tradición de individualismo que constituía la principal tendencia del pensamiento político a lo largo de los siglos XVII y XVIII. El "liberalismo político", en términos generales, se define como un movimiento masivo que se extendería en el occidente del viejo continente y los Estados Unidos, pero que brillaría con especial intensidad en Inglaterra. El ideario del liberalismo se concretó y consolidó políticamente en el siglo XIX y solidificó la nueva sociedad creada bajo la dirección de la burguesía industrial, en la mayor parte de occidente. Sus fundamentos pueden hallarse en el utilitarismo moral, en la línea del empirismo que enlaza a figuras como Locke, Hume, Mill, Bentham y Adam Smith., en la filosofía del progreso y al progreso. El utilitarismo influyó notablemente en los enciclopedistas en el positivismo, generando teorías subjetivistas acerca del valor, ya ha perdurado hasta la actualidad a través de la economía del bienestar.

La filosofía social de los radicales filosóficos se fundamentaría de alguna forma en un programa de reformas legales, económicas y políticas relacionadas por el hecho de que todas se derivan del principio de mayor felicidad para el mayor número de ciudadanos, lo que redundaría en un bienestar general. Dicho de otra forma, la medida de lo bueno y lo malo es la mayor felicidad del mayor número. Los liberales sostenían que este principio constituía la única guía de la moral privada y la política pública. La parte más teórica de su filosofía estaba destinada a hacer más justamente aplicable este principio a los problemas prácticos[40]

El liberalismo entiende que la soberanía política descansaba necesariamente en el pueblo. De esa forma puede coincidir el interés del gobierno con el INTERÉS GENERAL del este. Un gobierno es tan solo una organización de poder destinada a reglamentar la discusión política con el fin de elaborar una línea de actuación pública aplicable. El sistema requiere la aceptación clara del hecho de que el desempeño del poder por cualquier gobernante no debe ser indefinido. Por otro lado, la existencia de una oposición es parte ineludible de la teoría liberal, y solo métodos legítimos podrán ser utilizados para mantener a esta fuera del poder. Igualmente, esta concepción exige una serie de instituciones de carácter constitucional que colaboren en la implantación de esta moral política. Y, principalmente, requiere una continuidad con un firme sentido de su propia solidaridad y preocupación por el interés público.[41]

En cualquier caso, el término "liberalismo" es generalmente utilizado en dos sentidos. Una interpretación restringida del término lo concibe esta corriente como una posición política opuesta al radicalismo e intermedia entre el socialismo y el conservadurismo. Esta concepción se considera congruente con el punto de vista de una clase media, que con el de una aristocracia con intereses creados o con el de una clase trabajadora. Este significado restringido es probablemente más característico en la Europa continental. Pero en un sentido más amplio, el término liberalismo se relaciona estrechamente con la idea de democracia, en contraposición con el fascismo o comunismo. Bajo esta concepción, el liberalismo no puede identificarse con ninguna clase social, y supone la conservación de las instituciones políticas, concretamente aquellas que reconocen determinados principios de filosofía política.

La influencia del liberalismo en el origen y desarrollo de la sociedad y economía moderna resulta incuestionable. Tanto el comunismo como el fascismo posteriores son posturas antagónicas respecto del liberalismo. Ambos pretendían ser ejemplos de una verdadera democracia, tachando al liberalismo de democracia disimulada. Pero lo cierto es que tanto el fascismo como el comunismo eliminaban las libertades civiles y políticas, negando que la protección de derechos y libertades fuera un propósito primario del gobierno, y a su vez, la capacidad del ciudadano para deducir cuáles son sus verdaderos intereses y la práctica que debiera adoptarse para la consecución de los intereses generales. En opinión de David Henderson[42]a finales del siglo XX, el liberalismo aparece como el paradigma ideológico dominante en la escena mundial. El derrumbe del comunismo y la crisis de la socialdemocracia clásica han dejado al liberalismo como protagonista del panorama ideológico, político, social y cultural.

La segunda figura británica la encontramos en la persona de Adam Smith[43], si bien su pensamiento se sumerge en el liberalismo económico. No obstante, en su principal obra "Ensayo sobre la naturaleza y las causas de las riqueza de las naciones" funda una tesis de la armonía fundamental entre el interés particular y el INTERÉS GENERAL. Su doctrina general de asigna al Estado como elemento garante determinadas funciones, entre ellas mantener el orden, respetar la justicia y la propiedad y facilitar la producción. Sin duda, la obra de este autor contribuye al abandono de los postulados mercantilistas que reinaban anteriormente y genera corrientes paralelas como el maltusianismo, cuya idea fundamental consistía en salvaguardar la felicidad y el bienestar general limitando el número de sus beneficiarios, fomentando el liberalismo más radical y conservador.

El problema del crecimiento económico lo abordó en su famoso Libro IV, en el cual adelantó la tesis de que la libertad dentro de una sociedad llevaría a la máxima riqueza posible. En muchos sentidos, el argumento se basa en The Theory of Moral Sentiments, una de sus principales obras junto con La Riqueza de las Naciones. La armonía social y bienestar general que exponía dependía, en muchos sentidos, de un delicado equilibrio de los motivos en conflicto del hombre. La búsqueda para satisfacer el propio interés beneficiaría a toda la sociedad y estará limitado por el propio interés en el prójimo. Los productores intentan obtener el máximo beneficio pero, para lograrlo, deben producir los bienes que desea la comunidad. Se producirían los bienes adecuados a los precios justos y en ese sentido el conjunto de la comunidad obtendría la máxima riqueza posible, generando bienestar general, mientras rigiera la libre competencia. Sin embargo, si se restringiese la libre competencia, la "mano invisible" dejaría de funcionar y la sociedad cargaría con las consecuencias generando desequilibrio contrario al INTERÉS GENERAL de la población.

El llamado "utilitarismo británico" tendrá un importante auge doctrinal con otras figuras posteriores. La primera de ellas será David Hume[44]el cual representa una época cargada de crítica y pragmatismo que abrirá el periodo de la Ilustración y constituye un puente entre Locke, de un lado, y Adam Smith y Bentham por otro, aunque su pensamiento político procede más de Hobbes. Una de las personalidades más curiosas de la historia de la filosofía. El escocés convirtió su ateísmo y escepticismo en la parte central de su discurso. Ajeno al origen de cada gobierno, concibe una moral inspirada en la noción de utilidad. Afirma que el verdadero fundamento del gobierno es el hábito: los hombres respetan los compromisos ya que porque poseen ese hábito porque tal es su interés. Se aleja de la idea del contrato social pero sin rechazarla de forma plena, adjudicando una especial importancia a la seguridad y estabilidad de la ciudadanía como elementos de bienestar general.

Los seres humanos están fuertemente predispuestos a aprobar normas que promuevan la utilidad pública de la sociedad. Hume concibe los gobiernos como dispositivos convencionales, cuya existencia se justifica en garantizar que nuestro propio interés inmediato coincida con el que tenemos a largo plazo, rechazando la idea del contrato social y tachándolo de ficción, aunque reconociendo determinados aciertos es esa concepción: la obediencia dura en la medida en que el gobierno proporcione protección y seguridad. Dicho de otra forma, la supeditación del ciudadano al Estado tan solo se justifica si el primero reconoce y protege determinados derechos irrenunciables para el segundo. Para el autor, no existe otro principio rector que no sea el interés común o general de la sociedad. Y si tal interés produce primero obediencia al gobierno, esta obligación de obedecer tiene que cesar siempre que el interés cese, en cualquier grado y en un considerable número de instancias[45]

No podemos olvidar que la Revolución francesa provocó de forma imparable, toda una suerte de cambios en la estructura político – social cuyas consecuencias llegan a nuestros días. Pero tanto dentro como fuera del país galo, encontramos posturas doctrinales que comulgan con los postulados de la revolución, y otras que se muestran claramente antirrevolucionarias. Sin duda, uno de los máximos detractores de ella en el extranjero sería Edmund Burke[46]Su ataque más claro se dirigiría contra la doctrina revolucionaria de los derechos naturales y, en general, contra el sistema político – conceptual ilustrado, desacreditando las teorías contractualistas.

Tanto el llamado estado de naturaleza como los derechos naturales no tienen sentido alguno. Burke se alejaba de Locke en negar la voluntad propia de los gobernados, siendo estos tan solo elementos integrantes de una sociedad política ya constituida y regulada por sus normas legales y consuetudinarias. En este sentido, el racionalismo cede ante la tradición política y social, constituyendo esta un depósito de inteligencia colectiva que merece ser reverenciada. Por ello, la única legitimidad de toda norma y de la propia autoridad radicaría en existencia desde tiempos inmemoriales. El insustituible elemento de la religión constituye el toque final a su sistema[47]Burke consigue de alguna manera unir este conservadurismo con las teorías organicistas que serían introducidas por el mismo y que tendrían cierta repercusión posteriormente. Las instituciones y el Estado, anclados en la necesaria tradición, lejos de ser un artefacto como suponen los racionalistas, constituyen un organismo. Cada cual en su puesto y armonía en el conjunto. Tradición y organicismo son la única garantía de que el sistema velaría efectivamente por el bien colectivo, entendido como INTERÉS GENERAL. El derecho de los gobernados consiste solo en un buen gobierno, y la posibilidad de reformas tan solo sería legítima con la finalidad de preservar el sistema y con el designio de adaptar utilitariamente las normas a las necesidades humanas.

El tercer autor británico de marcado corte utilitarista es sin duda Jeremy Bentham[48]Esta autor concebirá la economía política de manera similar al de Adam Smith: el conocimiento de los medios adecuados para producir el máximo de felicidad, en la medida en que este fin más general tiene como causa la producción del máximo de riquezas y de población. En Bentham, la moral, contabilidad, felicidad y utilidad están unidas en una relación de simbiosis para la consecución de un bienestar general, aunque su radical liberalismo provoca, al igual que Adam Smith, que el Estado posea un reducido papel en este cometido: tan solo asegurar los medios, en este caso proporcionar seguridad.

Proponía formalizar el análisis de las cuestiones políticas, sociales y económicas, sobre la base de medir la utilidad de cada acción o decisión. Así se fundamentaría una nueva ética, basada en el goce de la vida y no en el sacrificio ni el sufrimiento. El objetivo último de lograr la mayor felicidad para el mayor número. La base de la existencia del gobierno no será ya el contrato sino favorecer esa felicidad. Existen dos normas que han de aplicarse sucesivamente, que se fundamentan en que el incremento de la felicidad debe distribuirse a todos por igual, y de no ser posible, al menos que se distribuya al mayor número de personas[49]Este último matiz del principio general incorpora algunas de las primeras afirmaciones de Benthan acerca de los objetivos políticos mediante los que han proceder los gobiernos que buscan la mayor felicidad. Los objetivos políticos de las constituciones moldeadas mediante el principio de la mayor felicidad serán la subsistencia, la abundancia, la seguridad y la igualdad. Perseverar en tales fines es promover el INTERÉS GENERAL de la sociedad.

Discípulo de Jeremy Bentham, James Stuart Mill[50]comenzaría aceptando el principio de mayor felicidad de la forma en su mentor lo había planteado: el único motivo que guía al hombre es la búsqueda del mayor placer, por lo que la mayor felicidad de todos debe ser la norma del bien social y el objeto de toda acción moral. No obstante, Mill modifica parcialmente esta premisa, asegurando que los placeres se pueden graduar en superiores e inferiores por su calidad moral. Su ética fue importante para el liberalismo, al suponer que el bienestar social concierne al hombre de buena voluntad, abandonando el egoísmo hedonista de algunos predecesores[51]Afirmó que existen valores como la libertad, la integridad, el respeto a la persona y la distinción personal, que constituyen bienes intrínsecos aparte ya de su posible contribución a la felicidad. Se trata de un compendio de convicciones morales que marcarían su filosofía.

La ética de Mill era utilitaria en términos generales, puesto que concebía el valor de la personalidad como algo que debe realizarse en las condiciones reales de una sociedad libre, alejado de concepciones metafísicas. Pero la nota característica de su utilitarismo se fundamentaba en el respeto primordial a los seres humanos, siendo inviable la existencia de una responsabilidad moral sin esa premisa. Por ello, Mill aceptaba la libertad política y social como un bien en sí, no porque contribuyera a un fin posterior. Vivir la propia vida o desarrollar las capacidades personales constituye tan solo un rasgo de la felicidad, no un medio para lograrla. Una buena sociedad sería aquella que permite la libertad y la oportunidad de formas libres y satisfactorias, contribuyendo así al propio INTERÉS GENERAL. De hecho, la libertad no es un bien individual sino social.

Como toda Europa, Alemania también conoció su época de filosofía de las luces, ofreciendo características similares al resto de Europa, si bien su penetración quedó circunscrita a pequeñas élites ilustradas. Sin duda, una de las figuras más destacadas sería Immanuel Kant[52]cuya influencia de Rousseau y Montesquieu es francamente notable. Para el autor, el mérito de su filosofía es la del auxilio a los hombres para establecer sus derechos. El sentido universal de la moral en Kant conlleva la igualdad de todos los individuos en tanto que son sujetos morales provistos de dignidad y autonomía. Como el mundo moral está orientado al mundo de los fines, el primero de ellos tan solo puede ser organizado por un estado de derecho, mediante el cual la política debe hallarse en plena subordinación respecto de la moral.

Para Kant, los derechos del hombre son: la libertad, la igualdad ante una misma Ley moral y el derecho a ser ciudadano. El respeto de tales derechos constituyen el fundamento de todo origen político, pues el fin de toda política supone la defensa de tales derechos. El régimen republicano constituye una preparación al "Reino de Dios", pues su finalidad se encamina a la universalización y eliminación de guerras. La propia naturaleza proporciona sus fines a la política, además de las condiciones para la instauración de un gobierno legítimo, republicano y universal que hará reinar la paz perpetua. Esta es la idea más aproximada de Kant el concepto de "INTERÉS GENERAL". Es sin duda un político moralista, sistematizando la idea de la subordinación de la política al derecho y a la moral. Su idealismo moral imprimirá una importante huella a la filosofía política germana, pese a las lagunas de su razonamiento en el plano de la reflexión política.

El sistema filosófico de su compatriota Friedrich Hegel[53]comparte cierto sustrato común con el de Kant, si bien su planteamiento supera el escepticismo de este último y supone el rebrote de la metafísica como ciencia, que la obra de Kant había desautorizado. Lo cierto es que el rol que ambos filósofos han jugado en la historia del pensamiento iusfilosófico como verdadero puente de tránsito del paradigma iusnaturalista al iuspositivista es destacado, toda vez que pueden hallarse en sus sistemas filosóficos ideas nítidamente emparentadas con ambas posturas. Kant recorre desde la metafísica a la ética, la política y el derecho, una operación de vaciamiento de los contenidos sustanciales que acaba en la glorificación del Estado y, la exhortación a obedecer a la autoridad política. Pocos años más tarde, Hegel fundamenta un idealismo que obstaculiza toda crítica posible al estado de cosas existente, legitimando, entonces, la constitución político-jurídica en su realidad efectiva, positiva. Para Hegel, el hombre que pretende actuar en la realidad no puede fundarse en su propia conciencia individual tan solo, pues ha de someterse a las leyes del mundo objetivo. La persona individual, sometida a sus intereses particulares se encamina a encontrar su pleno desarrollo en la esfera privada: familia y sociedad civil. No obstante, la persona individual necesariamente ha de reconocer que es preciso sobrepasar su particularidad y que no puede realizar esta más que en el INTERÉS GENERAL o universal. Hegel afirma de alguna forma la existencia de este ente y examina la distensión continua entre el interés universal y el particular, estableciendo que el universal no ostentaría valor ni existiría sin poder dar satisfacción al interés particular. El autor reconoce una yuxtaposición entre lo universal y los intereses particulares, solo conciliable por el papel mediador del Estado. Por eso, para Hegel, incluso el absolutizar racionalmente el Estado lo eleva como fin supremo del individuo: el interés particular de este está contenido y preservado en el interés y fin del Estado[54]

Para terminar, no podemos olvidar la perfecta vinculación y armonía existente entre las teorías socialistas desde sus orígenes y el concepto de INTERÉS GENERAL. Como ideario político, el socialismo surgió en la Europa de finales del siglo XVIII en respuesta a los problemas planteados por la nueva sociedad industrial y en continuidad con los ideales democráticos y repúblicanos de la revolución de 1789. Francia es, sin duda, una referencia inevitable para situar las fuentes del moderno movimiento socialista[55]Sería ya en el siglo XX cuando las teorías socialistas se difundieron a nivel mundial de la mano del alemán Karl Marx, generando importantes e irreversibles cambios socio – políticos. De ahí, que la mayor parte de las ideas socialistas se pueden exponer a partir del pensamiento de autores como Marx y Engels.

Hay que dejar especialmente claro, que el socialismo en sí, más que un ideario político y en un sentido amplio, incluye contentidos posteriormente identificados con los términos "comunismo" y "anarquismo", designando en general un conjunto de ideas, relativamente relacionadas entre sí, que harían barrera común a la contradicción desarrollada por el capitalismo entre la producción crecientemente social y la apropiación privada de su producto, persiguiendo la maximización y generalización de la sociedad[56]Igualmente, hay que tener presente que el socialismo puede igualmente considerarse un descendiente directo de los ideales del liberalismo político y económico, aunque con múltiples matizaciones. Esta conclusión radica en el hecho de que los socialistas compartían con los liberales el compromiso con el progreso y la abolición de los privilegios aristocráticos. No obstante, a diferencia de ellos, denunciaban al liberalismo por considerarlo una fachada que permitía la riqueza de algunos pocos en detrimento de los medios del resto de la sociedad.

Si bien sus inicios se remontan a la época de la Revolución Francesa y las ideas de François Nöel Babeuf[57]el término comenzó a ser utilizado de forma habitual en la primera mitad del siglo XIX por los intelectuales radicales, que se consideraban los verdaderos herederos ilustrados tras comprobar los efectos sociales que trajo consigo los postulados de 1789. Como otros pensadores, se oponía al capitalismo pero por razones éticas y prácticas: el capitalismo constituía una injusticia en sí mismo, ya que explotaba a los trabajadores, los degradaba, considerándolos máquinas, y permitiendo a los ricos incrementar sus rentas y fortunas mientras el proletariado carecía apenas de medios de subsistencia. Si existía un sistema político que velara por el INTERÉS GENERAL o colectivo, desde luego en socialismo parecía estar más cerca de esa consigna que el capitalismo originario. Por otro lado, los primeros defensores del socialismo mantenían también que el capitalismo era un sistema ineficaz e irracional para desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad. No parecía ser el sistema político – económico más coherente, ya que desconocía determinadas premisas básicas, como las crisis cíclicas causadas por periodos de superproducción o por escasez en el consumo. De igual forma, no proporcionaba trabajo a la generalidad de que población, lo que provoca que los recursos humanos de los que dispone una sociedad no fueran debidamente aprovechados. El capitalismo generaba lujos, en vez de satisfacer necesidades generales de una población.

El socialismo rompe cualquier relación con las corrientes contractualistas y consensualistas. El Estado es el fruto de la división entre clases dominantes y dominadas y el instrumento necesario para que las primeras establezcan su poder frente las segundas. La obligación política se vale necesariamente de la coacción, mediante la cual, las clases dominantes perpetúan su poder mediante la existencia de un núcleo armado que sirve a sus intereses. La solución pasa por la aniquilación del Estado, eliminado así el arma necesaria de las clases dominantes, que jamás han perseguido el interés de la colectividad sino el suyo propio y el mantenimiento de este. Pese a la gran capacidad de integración del Estado democrático, este no puede ocultar su origen clasista e impondrá siempre los intereses de la minoría capitalista al conjunto de las clases dominadas, nunca perseguirá nada parecido al INTERÉS GENERAL o colectivo. Por ello, la idea de la revolución es inherente a las teorías socialistas, pues mediante ella acabaría la dominación clasista representada como un interés particular que se opone a los deseos de la mayoría de la sociedad. El comienzo de un régimen socialista no implica la desaparición de las clases ni del Estado como instrumento, pero sí el cambio de tendencia en la dominación política, realizándose ahora en beneficio de una mayoría, y por necesaria extensión, de unos intereses generales.

El movimiento socialista nunca pretendió abolir los tres ideales de 1789, como eran la igualdad, la libertad y la fraternidad. En términos generales, el socialismo pretendía absorver el aparato estatal en la sociedad, o por lo menos acercar la determinación del bien público, entendido como interés colectivo o general, al conjunto de la sociedad. A lo largo del pasado siglo, el ideario socialista generaría dos facciones abocadas igualmente al fracaso: el estatalismo soviético y el socialdemócrata. Pero, en cualquier caso, desde un planteamiento actual, el ideario socialista no puede considerarse acabado de forma definitiva, ya no solo porque probablemente nunca haya llegado a desarrollarse de forma plena en ninguna sociedad, sino por las negativas consecuencias que se advierten de un capitalismo global. La derrota de la "revolución en Occidente", el fracaso del "socialismo real" y la estabilización del capitalismo muestran que algo ha fallado en las previsiones marxistas; nos hablan de la necesidad de "compensar" sus carencias. En último término, en este aspecto los autores Bloch y Marcuse se muestran íntegramente de acuerdo con Marx: "si la praxis es el criterio último de la verdad, y en ella no se ha verificado el triunfo previsto de la revolución, la teoría habrá de ser reformulada"[58].

Hablar de socialismo es hablar de Karl Marx[59](1818 – 1883). Su teoría se fundamentó en llamar la atención acerca del importante cambio social que se produjo en el siglo XIX: el surgimiento de la conciencia política y el ascenso al poder de la clase trabajadora, por primera vez en la historia. Tanto Marx como Hegel consideraban el curso de esta como racionalmente necesario, estructurándola en una serie de etapas bajo en plan lógico, invitando a los hombres a cooperar y a servir, y avanzando hacia una meta determinada que podríamos asemejar a un teórico INTERÉS GENERAL, pues eliminaría en principio la pobreza y explotación de la clase trabajadora. Ello constituiría el primer paso hacia una sociedad sin distinciones de clase social, germen del reconocimiento y respeto de unos derechos humanos, y el verdadero comienzo de la historia como un proceso de realización plena del hombre. La raíz de la desigualdad social es económica, por lo que toda reforma política jamás sería efectiva, y solo aboliendo la propiedad privada puede efectuarse ese cambio sustancial y necesario.

En opinión de Marx, la lucha por el poder entre las diferentes clases sociales constituye la fuerza impulsora de la política, ya que en algún momento de la historia alguna de esas clases termina siendo dominante. Las doctrinas políticas liberales limitan de forma eficiente la libertad a una minoría de la población, al conceder a las relaciones de producción capitalistas y al libre mercado un lugar central dentro de un sistema económico y político que explota las capacidades[60]El derecho es tan solo un cuerpo de reglas que sostiene lo que la clase dominante llama "sus derechos". Por otro lado, el liberalismo económico persigue tan solo los intereses de una sola clase, la dominante, olvidándose egoístamente de otras posibles alternativas más redistributivas para con el resto de la sociedad y que abogarían por un interés más general. Ese anhelo solo podría ser logrado mediante la democratización completa y real de la sociedad y del estado, destruyendo la sociedad de clases y eliminando el poder de clase en cualquiera de sus formas. El fin, pues de la política pasa necesariamente por la transformación de la vida política tal y como era conocida por las clases burguesas, es decir, el desmantelamiento de la política como una esfera institucionalmente diferenciada de la sociedad para la perpetuación de la clase dirigente. La emancipación de la clase trabajadora implica la formación de una nueva forma de gobierno que abogaría necesariamente por los intereses de una sociedad rasa, sin clases.

La división del trabajo es sin duda el hecho determinante de la división de la sociedad sin clases y del inevitable conflicto. El proceso de acumulación capitalista conduce a la progresiva concentración de capital, y a su centralización en grandes empresas que van absorbiendo a los pequeños empresarios. De igual forma, el contacto diario de los trabajadores y la necesidad de organizarse para defender sus intereses conducirán a la toma de conciencia de sus problemas comunes y a la formación de organizaciones que velen por estos. Estas últimas constituyen el movimiento social y político destinado a llevar adelante la lucha de clases, hasta la definitiva desaparición de las mismas mediante la transformación revolucionaria de la sociedad[61]Así pues, la condición para la liberación de la clase obrera radica en su autonegación como tal, en la abolición de todas las clases sociales, una vez concluidas las primeras etapas del proceso revolucionario. El agente principal es el proletariado o clase trabajadora, que solo cobrará conciencia de su situación de explotación y de sus alternativas a través de la acción política de profesionales que tengan como función la representación de estos.

La clase en ascenso tendría derecho igualmente a poseer su propia filosofía. Si bien la filosofía de la clase media se fundamentaba en la afirmación de los derechos naturales de propiedad, la filosofía proletaria debía de ser la afirmación socialista de los derechos humanos inalienables de los hombres desposeídos. Tenemos que tener en cuenta que el proletariado se encontraba en la base de la estructura social, sin ninguna clase por debajo de él que pudiera ser explotada, por lo que una revolución proletaria no transferiría simplemente el poder de explotar, sino aboliría entonces la explotación como tal. Esto sería el primer paso para la constitución de una sociedad sin distinciones de clase social y el verdadero comienzo de la historia como un proceso de realización plena del hombre[62]dejando de estar sometido a los intereses ajenos.

Uno de los objetivos de la era posrevolucionaria implicaría el establecimiento de una autoridad ilimitada del estado, superando el poder y las limitaciones siempre impuestas al desarrollo humano mediante la propiedad privada de los medios de producción. Nos encontraríamos ante la completa abolición del estado y ante un nuevo régimen que sería denominado "la dictadura del proletariado". El estado ahora estaría en manos del proletariado, cuya misión inmediata sería la de transformar las relaciones económicas y sociales sin capacidad de retroceso. Por otro lado, el estado socialista debe tener como objetivo convertirse en un estado mínimo, cuyo objeto sería el de coordinar y dirigir la vida social, sin recurso a la coerción. La maquinaria del estado liberal sería sustituida por "la Comuna", un nuevo régimen poscapitalista sin similitudes con cualquier régimen parlamentario que existiera, mediante la cual, la "voluntad general" de pueblo prevalecería siempre.

Probablemente Marx nunca dejara constancia expresa de la fórmula "INTERÉS GENERAL", pero su doctrina se fundamenta en desprestigiar y hacer responsable de la miseria social a un interés sectario alejado de los verdaderos problemas de la población mediante el establecimiento de mecanismos que prorroguen la existencia de sus privilegios y que autoabastezcan de recursos a las clases poderosas. Para Marx, la ideal del socialismo tiene una naturaleza residual, es decir, es un concepto filtrado a partir de su crítica al capitalismo[63]La filosofía del autor considera inaceptable este planteamiento, constituyendo un plan y un motivo para emprender una revolución social que liberaría de forma perpetua a los trabajadores de esta situación de pobreza y explotación, velando por unos intereses colectivos.

Bibliografía

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Autor:

Juan Carlos Montalvo Abiol

Doctor en Derecho Constitucional por la Universidad Complutense de Madrid.

Investido Doctor en 2008. Colaborador honorífico del Dpto. de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid y personal docente e investigador en la Universidad Carlos III de Madrid.

[1] WEBER, M. ?The social causes of de decline of Ancient civilization?, en ?The agrarian sociology of Ancient Civilization?. Ed. New Left Books. Londres, 1976. pp. 389 ss.

[2] CERRONI, Y.: ?Introducci?n al pensamiento pol?tico?, Ed. Siglo XXI. M?xico, 1967. p?g. 2.

[3] ARIST?TELES. ?La Pol?tica?. Traducido por Espasa Calpe. Madrid, 1958, Cap II.

[4] NIETO GARC?A, A.:?Estudios en homenaje a E. Garc?a de Enterr?a?. Vol. III, Ed. C?vitas, Madrid 1997, p?gs. 2185 ss.

[5] HEGEL, G.W.F. ?The political theory of possessive individualism?. Ed. U.P. Oxford, 1964. pp. 263 ss.

[6] De JOUVENEL, Bertrand.?Sobre el Poder ? Historia natural de su crecimiento ??. Ed. Uni?n Editorial. Madrid, 1998. pp. 349 ss.

[7] KANT, Immanuel: ?Metaphysique des Moeurs?, parte 1?, XLVI, trad. Barni, Par?s, 1853. p?g. 170.

[8] ALCAL? GALIANO, Antonio. ?M?ximas y principios de la legislaci?n?. Ed. Comares, S.L. Granada, 1996. pp. 25 ss.

[9] PLAT?N (en griego antiguo: ???t??). (428 ? 347 a.C.): nacido en el seno de una familia aristocr?tica griega, abandon? su vocaci?n pol?tica por la Filosof?a, atra?do por S?crates. Sigui? a ?ste durante veinte a?os y se enfrent? abiertamente a los sofistas (Prot?goras, Gorgias.). Tras la muerte de S?crates (399 a. C.), se apart? completamente de la pol?tica; no obstante, los temas pol?ticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y lleg? a concebir un modelo ideal de Estado.

[10] ARIST?TELES (en griego antiguo: ???st?t????). (384 ? 322 a.C.): perteneciente a una peque?a localidad macedonia cercana al monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita. Su padre, Nic?maco, era m?dico de la corte de Amintas III, padre de Filipo y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nic?maco pertenec?a a la familia de los Asclep?ades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmit?a de generaci?n en generaci?n.

[11] SANTO TOM?S DE AQUINO (en italiano Tommaso D'Aquino). (1.225 ? 1.274 d.C.): nacido en Rocaseca (N?poles), ingres? entre los dominicos en 1224. Disc?pulo de Alberto Magno. Se licenci? en teolog?a en Par?s, en 1256. Su aportaci?n principal consiste en la ligaz?n que establece entre filosof?a y teolog?a, o dicho de otra manera, entre raz?n y fe. Considera la filosof?a como una ciencia subordinada a la teolog?a, si bien su papel y objetivo fundamentales son complementarios.

[12] RODRIGUEZ PANIAGUA, Jos? Mar?a: ?Historia del Pensamiento Jur?dico?, Servicio de Publicaciones de la Facultad de Derecho? Madrid, 1992 pp. 190 ss.

[13] MACHIAVELLI, N.: (1469 ? 1527 d.C.): en 1498 fue nombrado canciller del Consejo de la Signor?a de Florencia. Inmediatamente pas? a secretario de Estado, cargo en el que se mantuvo durante 15 a?os. Entre otras obras, figuran "El Pr?ncipe", dedicado al Gran Duque de M?dici, donde expon?a sus principios acerca del buen gobierno. Su ideario pol?tico es resumido con frecuencia en la conocida frase "El fin justifica los medios?.

[14] TOUCHARD, Jean: ?Historia de las ideas pol?ticas?. Ed. Tecnos. Colecci?n de Ciencias Sociales ? Serie de Ciencias Pol?ticas, 1975. pp. 203 y ss.

[15] MEINECKE, F.: ?La idea de la raz?n de Estado en la Edad Moderna?. Ed. IEP. Madrid, 1959.pp. 3 y ss.

[16] BILBENY, Norbert. ?Pol?tica sin Estado?. Ed. Ariel. Barcelona, 1998. pp. 112 y ss.

[17] MORO, T. (1.478 ? 1.535 d.C): considerado uno de los m?ximos exponentes del humanismo renacentista. Ejerci? con ?xito como abogado en Londres y desempe?? puestos de responsabilidad con Enrique VIII. En 1534 fue encarcelado por oponerse al anglicanismo, siendo decapitado un a?o m?s tarde. Es autor de "Utop?a", traducida al ingl?s en 1551. Defiende la tolerancia religiosa y critica la distancia entre las actuaciones de los religiosos y la ideolog?a que profesan. Falleci? en 1535, siendo canonizado por P?o XI en 1935.

[18] VITORIA, F. (1.480 ? 1.546 d.C): estudiante de artes y teolog?a en Par?s, en esta ciudad recibi? la influencia de Juan Mayor, defensor de la legitimidad espa?ola para ocupar el continente americano y de la guerra contra los ind?genas. Su fama de jurista y te?logo le hizo ser consultado varias veces por Carlos I. Su tesis indica la legitimidad de la Corona para ocupar los territorios americanos y combatir la oposici?n ind?gena mediante la guerra.

[19] De SOTO, D. (1.494 ? 1.560 d.C): fil?sofo espa?ol de la orden de los dominicos, nacido en Segovia. Asisti? como te?logo del Emperador Carlos I al Concilio de Trento, interviniendo en la redacci?n de los decretos sobre el pecado original y la justificaci?n. Fue asimismo confesor del propio Emperador. Entre sus obras destaca el tratado De iustitia et iure (Salamanca, 1556). Respecto a la jurisdicci?n, se?ala que el derecho de gentes no es propiamente derecho natural sino positivo, en tanto que establecido por los hombres. La soberan?a procede de Dios como necesidad de la naturaleza social del hombre pero radica en la comunidad social.

[20] MANNHEIM, Kart. ?Ideolog?a y utop?a?. Ed. Aguilar. Madrid, 1958. pp. 183 ? 189.

[21] De B?ZE, T. (1.519 ? 1.605 d.C): te?logo protestante franc?s. Perteneciente a una familia aristocr?tica y cat?lica, tras una crisis religiosa en Par?s en 1548, se adhiri? a la Reforma protestante. En 1559 march? a Ginebra como profesor de teolog?a. En 1564, a la muerte de Calvino, le sustituy? como rector de la Academia, el foco cultural m?s importante del calvinismo, y, buen disc?pulo del reformador, defendi? contra Castellion la intolerancia religiosa. Escribi? muchos libros en lat?n y en franc?s. Entre ellos, cabe destacar una tragedia sobre Abraham, un misterio con pr?logo y coros y La comedia del papa enfermo. Dirigi? la redacci?n de la Historia eclesi?stica de las Iglesias reformadas del reino de Francia (1580).

[22] BODIN, J. (1.530 ? 1.596 d. C): probablemente de origen jud?o, se form? en Par?s y Toulouse, ejerciendo posteriormente como abogado y trabajando en el Parlamento de Par?s. La definici?n de conceptos como "Estado" y "poder" son una constante en su obra. Escribe tambi?n ensayos de temas econ?micos como "R?ponse aux paradoxes de M. De Malestroit touchant le fait des monnaies et le ench?rissement de toutes choses", de 1568.

[23] SU?REZ, F. (1.548 ? 1.617 d.C.): cristiano ejemplar, estudi? Derecho can?nico en Salamanca. Se hizo sacerdote en 1572. Fue profesor en el Colegio Romano, en Roma, hasta 1585, a?o en que volvi? a Espa?a para ense?ar en Alcal? de Henares y Salamanca. Enviado por Felipe II, para elevar el nivel intelectual de la universidad de Coimbra, ocup? la c?tedra de Teolog?a de dicha universidad portuguesa hasta su muerte.

[24] HOBBES, T. (1.588 ? 1.670 d.C.): nacido en Wesport (Inglaterra), hijo de un vicario, cursa estudios en Oxford y posteriormente se desplaza al continente, donde conocer? a Descartes y Galileo. Afirma que todo el universo est? compuesto de materia y aspectos de materia, que pueden llegar a ser conocidos por el hombre mediante la percepci?n sensorial y, en segunda medida, las pasiones, siendo ambas herramientas reducidas a meros movimientos som?ticos y moleculares. M?s conocidas son sus tesis sobre el hombre y la sociedad. Aparte del Leviat?n, las principales obras de Hobbes son el Tratado del ciudadano, el Tratado sobre la naturaleza humana y el cuerpo pol?tico y el tratado del hombre.

[25] S?NCHEZ MOLINERO, Jos? Miguel. ?Los or?genes del Estado ? Del caos al orden social -?. Ed. Minerva. Madrid, 1997. p?g. 28.

[26] LOCKE, J. (1.632 ? 1.704 d.C.): nacido en Wrington (Inglaterra), representa como nadie la corriente filos?fica denominada empirismo, ya iniciada por Hobbes y Bacon. Estudi? Medicina, Ciencias y Filosof?a en Oxford, estableci?ndose en Francia y Holanda. Es vital su aportaci?n a los terrenos de la moral y la pol?tica, por lo que su pensamiento significa la aportaci?n principal al liberalismo ingl?s.

[27] HAMPSHER ? MONK, Lain: ?Historia del pensamiento pol?tico moderno ? Los principales pensadores pol?ticos de Hobbes a Marx?. Ed. Ariel Ciencia Pol?tica. Barcelona, 1996. p?g. 108.

[28] LOCKE, John. ?Ensayo sobre el gobierno civil?. Traducci?n y preparaci?n de ?ngela Morales Para?so. Ediciones y distribuciones Alba, S.A. Madrid, 1987. pp. 141 ss.

[29] RODRIGUEZ PANIAGUA, Jos? Mar?a. Op. cit. pp. 171 ss.

[30] BOBBIO, Norberto. ?Contribuci?n a la teor?a del derecho?. Ed. F. Torres. Valencia, 1980. pp. 106 ss.

[31] TOUCHARD, Jean. Op. citada. pp. 306 ss.

[32] CHARLES LOUIS DE SECONDAT, SE?OR DE LA BR?DE Y BAR?N DE MONTESQUIEU (1.689 ? 1.755 d.C): fil?sofo franc?s ilustrado. En 1784 publica su obra de mayor repercusi?n, "El esp?ritu de las leyes", en la que expone su teor?a acerca de la existencia de un orden en el acontecer hist?rico y unas leyes que condicionan la actuaci?n humana. El reparto del poder del estado es necesario para evitar la acumulaci?n en una sola mano que pueda ejercerlo de manera desp?tica. La divisi?n de poderes en tres (legislativo, ejecutivo y judicial) y su adscripci?n a instituciones diferentes es garant?a contra un gobierno tir?nico. La f?rmula propuesta es hoy plenamente aceptada por los reg?menes democr?ticos.

[33] TOUCHARD, Jean. Op. citada. pp. 306 ss

[34] ROUSSEAU, J.J. (1.712 ? 1.778 d. C): precursor del pensamiento democr?tico, su punto de partida es una cr?tica contra la ingenuidad del pensamiento ilustrado. Su cr?tica a la sociedad contenida en "El Contrato social" provoc? que la obra fuera prohibida desde su origen. Su an?lisis y capacidad de penetraci?n le hacen uno de los pensadores m?s influyentes de algunas de las ideolog?as que m?s han influido en el siglo XX.

[35] DEL CAMPO, Salustiano. ?Tratado de Sociolog?a ? Vol. II?. Ed. Taurus. Madrid, 1988. pp. 152 ss.

[36] BOBBIO, Norberto, ?Giusnaturalismo e positivismo giuridico?. Ed. Edizioni di Comunita. Mil?n, 1965. pp. 263 ss.

[37] BENTHAM, J. ?Introducci?n a los principios de la moral y la legislaci?n?. Ed. Nacional. Madrid, 1981. Cap. I, sec. 1.

[38] Durante el siglo XVII, en Inglaterra, se producen tres hechos muy importantes: La Petici?n de Derechos (1628), que proteg?a los derechos personales y patrimoniales; El Acta de Habeas Corpus (1679), que prohib?a las detenciones sin orden judicial. La Declaraci?n de Derechos (1689), que consagraba los derechos recogidos en los textos anteriores. Las colonias inglesas en Norteam?rica, impulsadas por sus conflictos con la corona inglesa, tomaron el relevo: El 12 de junio de 1776 Virginia proclam? su Declaraci?n de Derechos. El 4 de julio de 1776 tiene lugar la Declaraci?n de Independencia de los Estados Unidos; durante este a?o y los posteriores, las trece colonias de la inicial confederaci?n hacen tambi?n declaraciones de derechos parecidas a la de Virginia. La Declaraci?n de Independencia, redactada por Thomas Jefferson, proclamaba lo siguiente: "Sostenemos como verdaderas evidencias que todos los hombres nacen iguales, que est?n dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales se encuentra el derecho a la vida, a la libertad y a la b?squeda de la felicidad…".

[39] La Declaraci?n de los derechos del hombre y ciudadano supone, junto con los decretos del 4 y el 11 de agosto de 1789 sobre la supresi?n de los derechos feudales, uno de los textos fundamentales votados por la Asamblea nacional constituyente formada tras la reuni?n de los Estados Generales durante la Revoluci?n Francesa. El principio fundante de la Declaraci?n fue adoptado antes del 14 de julio de 1789. En la declaraci?n se definen los derechos "naturales e imprescriptibles" como la libertad, la propiedad, la seguridad, la resistencia a la opresi?n. Asimismo, reconoce la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la justicia. Por ?ltimo, afirma el principio de la separaci?n de poderes. El Rey Luis XVI la ratific? el 5 de octubre, bajo la presi?n de la Asamblea y el pueblo, que hab?a acudido a Versalles. Sirvi? de pre?mbulo a la primera constituci?n de la Revoluci?n Francesa de 1791.

[40] SABINE H. George. ?Historia de la Teor?a Pol?tica?. Ed. F.C.I. Madrid, 1992. pp. 492 ss.

[41] Ibidem p?g. 544.

[42] HENDERSON, David. ?The Changing Fortunes of Economic Liberalism. Today and Tomorrow?. Institute of Economic Affairs, Londres, 1999.

[43] SMITH, A. (1.723 ? 1.790 d. C): economista y fil?sofo escoc?s, uno de los mayores exponentes de la econom?a cl?sica. Tras estudiar Filosof?a moral, pronto se inclina por la econom?a pol?tica, form?ndose en las universidades de Glasgow y Oxford. Aporta grandes novedades te?ricas para comprender el mundo de la naciente econom?a capitalista. El mayor valor de su obra es el m?todo de an?lisis propuesto, basado en leyes generadoras a partir de la observaci?n de comportamientos y hechos.

[44] HUME, D. (1.711 ? 1.776 d.C): fil?sofo, economista e historiador escoc?s y constituye una de las figuras m?s importantes de la filosof?a occidental. A los doce a?os ingres? en la Universidad de Edimburgo y desde su juventud se aficion? por los estudios filos?ficos, traslad?ndose a Par?s para completar su formaci?n intelectual. Arranca de un escepticismo inicial relacionado con la autoridad de la raz?n, pero no se trata de un escepticismo radical ya que se gu?a por un instinto natural que nos hace seguir a la raz?n. No existen ideas innatas y nuestros conocimientos son subjetivos, siendo nuestras representaciones impresiones procedentes tanto del exterior como del interior. Estas impresiones ser?n el ?nico material con el que cuenta nuestro conocimiento.

[45] HAMPSHER ? MONK, L. Op. citada. p?g. 172.

[46] BURKE, E. (1.729 ? 1797 d. C): escritor y pol?tico, es considerado el padre del liberal-conservadurismo brit?nico. Es sin duda uno de los mayores detractores de los principios democr?ticos de la Revoluci?n Francesa, mediante su obra "Reflections on the Revolution in France", publicada en 1790. Partidario del pragmatismo pol?tico, critica el racionalismo en "Vindication of Natural Society", de 1756

[47] CAMINAL BAD?A, Miguel. ?Manual de Ciencia Pol?tica?. Ed. Tecnos. Madrid, 2006. p?g. 127.

[48] BENTHAM, J. (1.748 ? 1.832 d.C): intelectual brit?nico y padre del utilitarismo. Miembro de una prestigiosa familia de juristas, desarroll? sus estudios en la universidad de Oxford y se dedic? a la abogac?a. La irracionalidad de la legislaci?n inglesa le llev? a profundizar en ella, interes?ndose por los principios del racionalismo de la Ilustraci?n y las teor?as de Rousseau. Consider? que el fin de toda actividad moral y de toda organizaci?n social deb?a ser "la mayor felicidad posible para el mayor n?mero de personas". Para obtener la felicidad m?xima ser? necesario un c?lculo adecuado de los placeres que se pueden obtener a trav?s de una acci?n.

[49] HAMPSHER ? MONK, L. Op. citada. p?g. 385

[50] STUART MILL, J. (1.806 ? 1.873 d. C): fil?sofo, pol?tico y economista brit?nico, considerado representante esencial de la escuela econ?mica cl?sica y te?rico del utilitarismo, planteamiento ?tico, social y pol?tico cuya creaci?n se vincula a la figura de Jeremy Bentham, que ser?a recogido y difundido con profusi?n por Stuart Mill. Educado desde muy peque?o directamente por su padre, James S. Mill, se convirti? en una especie de ni?o superdotado intelectualmente aunque con dificultades para sus relaciones sociales y con el sexo opuesto. Liberal, pero profundamente preocupado por las cuestiones sociales, defendi? la libertad sindical y el cooperativismo. Fue pionero del feminismo y, en su juventud, fue arrestado por propagar m?todos de control de natalidad. Su doctrina prest? especial atenci?n a temas metodol?gicos y avanz? muchas ideas recogidas posteriormente por la Econom?a del Bienestar.

[51] SABINE H. George. ?Historia de la Teor?a Pol?tica?. Op. citada. pp. 513 ss.

[52] KANT, I. (1.724 ? 1.804 d. C): considerado el m?s importante representante del idealismo alem?n y uno de los pensadores m?s influyentes de la filosof?a moderna occidental. Autor de la filosof?a "cr?tica", con la que alcanza la cima de la Ilustraci?n. Desautoriza a la metaf?sica como conocimiento cient?fico, pero da curso a sus deseos en el terreno est?tico y sobre todo en el ?tico. Defensor de la raz?n humana, entiende que su desarrollo sistem?tico s?lo es posible postulando los objetos de fe de la religi?n y en una sociedad cosmopolita.

[53] HEGEL, F. (1.770 ? 1.831 d.C): fil?sofo alem?n nacido en Stuttgart. Considerado por la Historia Cl?sica de la Filosof?a como el representante de la cumbre del movimiento decimon?nico alem?n del idealismo filos?fico y como un revolucionario de la Dial?ctica, habr?a de tener un impacto profundo en el posterior materialismo hist?rico de Karl Marx. La Ontolog?a de Hegel parte de una realidad fundamental: la Idea, en tanto que raz?n infinita que se aliena en la Naturaleza y que necesita realizarse como Esp?ritu en el hombre, primero en forma de Esp?ritu Subjetivo (como Alma), como Esp?ritu Objetivo (el Estado) y como Esp?ritu absoluto (Dios como culminaci?n del hombre). Sus obras m?s importantes son: Fenomenolog?a del Esp?ritu (1807), L?gica (1812-1816) y Filosof?a del Derecho (1817).

[54] HEGEL, G.W.F. ?Fundamentos de la filosof?a del derecho?. Traducido por Ed. Edhasa. Barcelona, 1988. pp. 10 ss.

[55] CAMINAL BAD?A, Miguel. Op. citada. p?g. 41 ss.

[56] Ibidem.

[57] BABEUF, F.N. (1.760 ? 1.797 d. C): pol?tico, te?rico y revolucionario galo, tambi?n conocido por el seud?nimo de Gracchus o Gracus Escritor en peri?dicos como "Le Tribun du People", "Journal de la Conf?deration" y "Le Scrutateur des D?crets" expon?a su doctrina pol?tica revolucionaria y realizaba ataques contra el ?Directorio?. En 1796 form? una asociaci?n de la que surgi? la Conspiraci?n de los Iguales, con el objetivo de acabar con ?l esta instituci?n. Su radicalismo le llev? a criticar a los dirigentes revolucionarios, exigiendo que se tomasen medidas para lograr la igualdad social al mismo tiempo que se avanzaba en la libertad pol?tica. De alguna forma esto supone la semilla del posterior socialismo.

[58] JIM?NEZ, Jos?. ?La est?tica como utop?a antropol?gica: Bloch y Marcuse?.Ed. Tecnos. Madrid, 1983. p?g. 165

[59] MARX, K. (1.818 ? 1.883 d.c): intelectual y militante comunista alem?n de origen jud?o, cuya doctrina se sumerge en diferentes campos la filosof?a, la historia, la sociolog?a y la econom?a. Es considerado el padre del socialismo cient?fico, mostr?ndose cr?tico de toda la filosof?a anterior por considerarla meramente especulativa, te?rica y desvinculada de la realidad. ?l no pretend?a construir otro sistema, otra escuela filos?fica, su objetivo no era te?rico sino pr?ctico: transformar la realidad. La suya era una filosof?a de la praxis, de la acci?n. Su pensamiento se nutr?a fundamentalmente del de Hegel, de quien tom? el m?todo dial?ctico, y de Feuerbachde quien hered? el materialismo. Su filosof?a, que recibi? luego el nombre de "materialismo dial?ctico" o "materialismo hist?rico", fue la fuente inspiradora de grandes luchas sociales en todo el mundo y el sustento filos?fico-pol?tico-econ?mico de experiencias revolucionarias como las de Rusia, Cuba y China.

[60] HELD, David. ?Modelos de democracia?. Ed. Alianza Ensayo. Madrid, 2001. pp. 161 ss.

[61] DEL CAMPO, Salustiano. Op. citada. pp. 318 ss.

[62] SABINE H. George. Op. citada. pp. 547 ss.

[63] CAMINAL BAD?A, Miguel. Op. citada. p?g. 163 ss.

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